Hace nada más que 36 años, Science, una de las revistas de difusión científica más importantes del mundo, difundió en sus páginas que se había identificado el virus que causaba esa enfermedad rara que desconcertaba y, en muchos casos, escandalizaba a la comunidad científica, los medios y la sociedad en general.
Los primeros casos de VIH/sida se reportaron en 1981. En 1987, apenas seis años después, se aprobó el AZT, el primer antiviral para intentar controlar la replicación viral. A mediados de los ´90, con la aparición de una nueva familia de antivirales, se inició la era de los “cócteles de drogas”, que efectivamente cambió la historia natural de la epidemia. La mortalidad por enfermedades vinculadas al sida cayó drásticamente en aquellos pacientes que podían acceder a los tratamientos.
En Argentina, a partir de Ley Nacional de sida de 1989 y otras leyes posteriores, se garantiza el tratamiento universal y gratuito para todas las personas que viven con el virus. Como ocurrió más tarde con leyes como la de Identidad de Género, nuestro país fue un modelo para el continente y el mundo.
Hoy las personas que viven con el VIH, si conocen su diagnóstico y acceden a los tratamientos, son tan longevas como quienes no viven con el virus y se conquistaron derechos que parecían imposibles. Se progresó en los tratamientos, se redujo la tasa de mortalidad y se comprobó que si una persona bajo tratamiento mantiene el virus a niveles indetectables por seis meses, la chance de transmitir por vía sexual es cero.
El VIH nos obliga a repensar nuestra sexualidad, a romper el tabú y a actuar en consecuencia. Para ello, la implementación total en el país de la ley de Educación Sexual Integral es clave para terminar con la ignorancia y lograr que el sistema de salud llegue a todos.
Fuente: Fundación Huésped.