El Canal Beagle, santuario para 52 ballenas jorobadas que migran por sus aguas

El estudio surge de un grupo de investigadoras del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vida Silvestre del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), quienes junto al aporte realizado por guías de turismo, capitanes de barcos y turistas, entre otros, pudieron confeccionar un catálogo con las imágenes de estos extraordinarios cetáceos.

A raíz del análisis de los rasgos que poseen en la parte de abajo de su cola, la cual presenta un patrón de coloración que es único en cada animal -como una huella digital-, se pudo saber que varias de las ballenas vuelven al Canal en distintas temporadas y algunas lo hacen hasta tres veces seguidas.

Foto de Diego Laportilla

La Bióloga del CADIC-CONICET, Natalia Dellabianca, asegura que “lo que vemos es que cada vez vienen más y se quedan más tiempo en la zona” donde “nada quita que de acá a unos años empiecen a establecerse como pasó en el Estrecho de Magallanes en Chile, donde en vez de ir a la Antártida a comer se quedan comiendo por la zona”.

Teniendo en cuenta la riqueza en alimentos que el Canal proporciona a las ballenas, no debe extrañarnos que estos animales elijan esta zona que opera a modo de supermercado marino.

A ello se suma que tras el cese de la caza de grandes ballenas a nivel mundial desde hace algunas décadas, las poblaciones de distintas especies, se fueron recuperando y su crecimiento aumentó, lo cual ayudó a que se generara una mayor presencia de estos animales en los mares.

La especialista relata que es probable que continúen su recorrido hacia aguas polares, dado que se ven en el Beagle recién durante los  meses de marzo, abril y mayo cuando emprenden su vuelta hacia las zonas de reproducción en aguas cálidas.

Las zonas donde se las ve con más frecuencia en el Canal son la Isla Martillo, Punta Paraná, la zona entre Escarpados y Punta Segunda, por el faro Les Éclaireurs y también van hacia la costa chilena.

Buque Oceanográfico Puerto Deseado

“Nuestro fin último es la conservación. Nosotros partimos de la premisa conocida de que si queres conservar tenés que conocer. El tema de las ballenas jorobadas esta bueno porque mucha de la información que tenemos proviene de la sociedad. Si bien nosotros le asignamos un código de identificación, la mayoría de las veces el nombre se lo eligen las personas que colaboran con el proyecto y de esa manera, uno lo toma más propio”, asegura.

Por eso, además de la conservación de estos animales, es importante la conservación de su hábitat natural, el mar.

Tal como afirma la Directora del Programa Marino `Sin Azul No Hay Verde´ Martina Sasso, “el Mar Argentino es uno de los puntos de mayor productividad ecológica del mundo y conforma casi el 40% del territorio nacional. Hasta el año pasado que se crearon las Áreas Marinas Protegidas Yaganes y Namuncurá Banco-Burdwood 2; sólo el 2,6% de nuestro mar, contaba con algún tipo de categoría de protección”.

“Existen reservas y parques costeros y ahora también contamos con áreas protegidas marinas. Hoy podemos decir que tenemos casi un 10% de nuestro mar protegido”, el 30% restante estaría quedando `a la buena de Dios´.

Aquí, la Bióloga del CADIC-CONICET considera la importancia de saber cuáles son los hábitats más importantes para determinadas especies, es decir cuáles son las áreas prioritarias de alimentación y de reproducción, “a fin de que nosotros podamos transmitir esa información a quienes son los tomadores de decisiones”.

“Respecto al Canal, nuestro desafío es conocer cuál es el uso que las poblaciones locales le dan a las distintas áreas en donde las observamos, a fin de poder identificar cuáles son críticas para su conservación”. “Nosotros hoy por hoy lo que vemos es que el Canal es muy importante para estos animales y probablemente haya otras áreas que también lo sean” asevera.

Además sostiene la necesidad de entender que “el hombre es parte del ecosistema” y donde “si bien el desarrollo es necesario,  tiene que ser sostenible, de uso racional y diferenciado para llegar a un equilibrio donde los procesos más importantes. Por eso es que también las áreas protegidas tienen distintas categorías de manejo”.

 

De la instalación de las salmoneras

Respecto al efecto que podría tener para la vida marina del Canal Beagle la posible instalación de salmoneras, la especialista afirma que, en cuanto a los mamíferos marinos, quizás los más afectados en forma directa sean los lobos marinos,  “porque van a intentar comer de las mismas jaulas, y ya ha pasado en otras regiones que a raíz de esto, en varios casos se ha evidenciado que al animal se lo termina matando”.

Por otro lado, los animales corren el riesgo de quedar atrapados en las redes. “Para evitar que los lobos rompan las jaulas, se hacen redes anti depredadores pero muchas veces en esas redes quedan enganchados delfines, y acá tenés delfines y marsopas”.

La degradación del hábitat, el cambio de distribución de los animales y el cambio de comportamiento de alimentación” están entre los efectos adversos indirectos de esta industria sobre los mamíferos marinos.

“Es un problema para todo el ecosistema, porque es una degradación de todo el hábitat. Ha habido antecedentes en Chile de que no funciona, entonces hacer algo que ya sabemos que las consecuencias son más perjudiciales que los beneficios, no se entendería” opina.

Mientras tanto, los equipos de investigadores avanzan en diferentes estudios dedicados a la salud de los mamíferos marinos, a su alimentación, su distribución y también a su reproducción.

Además de los lobos marinos de uno y dos pelos y las ballenas jorobadas, hay otras especies residentes como los delfines australes y los delfines oscuros y la marsopa espinosa. “Este último es menos conocido porque para verlas el mar tiene que estar “planchado”, ya que son esquivas a las embarcaciones y no son animales que se vean tan fácilmente, sin embargo están todo el año en el Canal, principalmente desde Punta Segunda hasta Bahía Lapataia. Una de las chicas está haciendo el doctorado con las marsopas y mediante la foto identificación apunta a establecer cuántas hay, dónde viven más, qué áreas prefieren”.

Marsopa, Foto de Monica A. Torres

La bióloga asegura que “la idea con las ballenas es ver si podemos ponerle rastreadores satelitales y que tanto la parte que estudia su salud y la de ecología trófica (estudio de la alimentación) también se incorpore”. De esta forma, se profundizaría sobre la información y el entendimiento de estas especies y de su entorno, las aguas del Canal Beagle.

 

Museo Acatashun

Muchos de los científicos que hoy estudian estos mamíferos iniciaron sus primeros pasos en el museo en la Estancia Harberton de la reconocida bióloga, la Dra.  Natalie P. Goodall.

Sus puertas están abiertas para que la comunidad pueda visitarlo y aprender sobre estas maravillosas especies, “En el museo de Natalie lo que la gente puede ver es el animal desde que ingresa, cómo se limpia y hasta cómo termina en la colección, la cual está entre las más importantes de Sudamérica. La colección de cífidos es muy importante, hay especies que son muy raras a nivel mundial. Además, de una especie quizá tenés seis esqueletos pero representa la colección más grande en el mundo. La divulgación es otra parte importante de las actividades del Museo, además de las visitas guiadas, se dan charlas educativas a diferentes colegios regionales y nacionales donde se da a conocer lo que tenemos y la importancia que tiene” finaliza.

Giorgio Agostina