Cinco cosas que hay que saber sobre nuestro cerebro

El cerebro humano es más complejo que cualquier otra estructura conocida del universo. Como parte del sistema nervioso, controla las funciones básicas de la vida como la respiración, la función de los órganos y el movimiento; interpreta la información del mundo exterior y controla nuestros pensamientos, memoria y habla.

Durante siglos, los científicos y los filósofos estuvieron fascinados con este órgano central del cuerpo y no fue hasta hace poco que el ritmo acelerado de la investigación en ciencias neurológicas y conductuales y el desarrollo de nuevas técnicas permitieron conocerlo más en profundidad.

Está siempre activo

Incluso cuando estamos durmiendo, nuestro cerebro siempre está activo. Y tiene que hacerlo para mantenernos vivos. Pero diferentes partes del cerebro son responsables de diferentes funciones.

El lóbulo frontal es responsable de lo que «nos hace humanos», es decir, de procesos cognitivos tales como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad, la atención y el control de los músculos utilizados para el movimiento y el habla. También nos ayuda a crear recuerdos y aprender a regular las emociones y el comportamiento.

El lóbulo parietal, por su lado, está involucrado en el procesamiento sensorial y numérico, así como también en la información visoespacial, que es necesaria para el movimiento, la percepción de profundidad y la navegación.

El lóbulo temporal recibe información relacionada con los sonidos y está también involucrado en los procesos de memoria. El lóbulo occipital, por último, está involucrado en el procesamiento visual.

Constantemente recibe información

El cerebro recibe constantemente un flujo de información, aunque frecuentemente no nos demos cuenta.

Por ejemplo, cuando se trata de acciones voluntarias que controlamos, como recoger algo, somos conscientes de la función; pero cuando se trata de la respiración, los músculos que mueven los alimentos a través de nuestro sistema gastrointestinal o la información sobre la posición de los músculos y articulaciones —al menos hasta que se vuelve incómodo y necesitamos cambiar de posición— rara vez somos conscientes.

Alrededor del 20% de la sangre del cuerpo va al cerebro

Mantener la función cerebral, al igual que todos los tejidos vivos, depende del suministro de oxígeno de la sangre. Entre el 15 y el 20% de la sangre del corazón en reposo va a este órgano, pero puede variar de acuerdo con muchos factores, como la edad, el sexo y el peso.

Por ejemplo, para un hombre promedio, de los 70 mililitros de sangre que bombean alrededor del cuerpo en cada latido, aproximadamente 14 mililitros se entregan al cerebro.

La cirugía cerebral no duele

Hace algunas semanas, el video de una violinista tocando su instrumento mientras la operaban de un tumor cerebral dejó a todos sorprendidos, pero esto es más común de lo que creemos.

Estar despierto durante una cirugía cerebral permite a los médicos evaluar diversas áreas «funcionales» del cerebro —como aquellas responsables del movimiento, el habla o la visión— a medida que avanza la operación.

Y como el cerebro no tiene receptores especializados para el dolor (o nociceptores, que si se encuentran en otras partes del cuerpo), la cirugía no lo daña en absoluto.

Las únicas partes dolorosas de la cirugía son cuando la incisión se realiza a través de la piel, el cráneo y las meninges (las capas de tejido conectivo que protegen el cerebro).

El daño cerebral puede cambiar quiénes somos

A Phineas Gage se lo conoce como a uno de los pacientes más famosos en neurociencia. En 1848 había sufrido una lesión cerebral traumática cuando una barra de hierro atravesó todo su cráneo, destruyendo gran parte de su lóbulo frontal.

Milagrosamente sobrevivió, pero su personalidad había cambiado tanto que sus amigos lo describían como un hombre completamente diferente. El daño a su lóbulo frontal hizo que se volviera infantil, irrespetuoso e impulsivo.

John Martyn Harlow, doctor a cargo del caso, explicaba que la lesión condujo a una pérdida de inhibición social, lo que llevó a Gage a comportarse de una manera que se consideraba inapropiada.