El coronavirus y el origen de las problemáticas

La presión y las demandas que suponen la economía global al mundo natural, sumadas al crecimiento de la población, abren la puerta a nuevas infecciones de animales a humanos. Con esta premisa, Sin Azul No Hay Verde publicó una encuesta en sus redes sociales y que fue replicada por algunos medios de comunicación. Aunque la destrucción de la naturaleza está directamente relacionada con el brote del COVID-19 el resultado principal arrojó que la mayoría de las personas no lo asocia con la actual crisis ambiental.

Sobre la causa origen del virus COVID-19, la mayoría afirmó que se debe a la falta de medidas sanitarias adecuadas. Si bien es parcialmente cierto, la realidad es que como muchas otras enfermedades peligrosas para el ser humano, la causa del coronavirus se dio por un salto zoonótico originado por el tráfico ilegal de fauna silvestre.

Una enfermedad zoonótica es aquella transferida de animales a las personas, como los casos del COVID-19, el Ébola, el MERS, el SARS o el ZIKA.

Los científicos aseguran que son las actividades humanas que provocan alteraciones importantes en el ambiente la principal causa de las enfermedades zoonóticas. “Al cambiar el uso del suelo para los asentamientos, la agricultura, la tala o las industrias y sus infraestructuras asociadas, se ha fragmentado o invadido el hábitat de los animales. Se han destruido zonas de amortiguamiento naturales, que normalmente separan a los humanos de la vida silvestre, y se han creado puentes para que los patógenos pasen de los animales a las personas” explica la investigación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

El 76% de los participantes relacionaron la enfermedad con el exceso de basura y contaminación, y con prácticas insalubres. Sin embargo, de acuerdo con informes de la ONU «El 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal, y estas afecciones están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas».

Pese a que el mayor porcentaje de personas que hicieron la encuesta no relacionaron el origen del COVID-19 a la pérdida de biodiversidad y destrucción del mundo natural, un 58,7% está de acuerdo que para prevenir la próxima pandemia necesitamos más y mejores políticas que regulen nuestra relación con el ambiente.

 

Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestro futuro ya que para evitar futuras pandemias es necesario conocer cómo se originan. La necesidad de un ambiente sano, de ecosistemas completos, de políticas públicas sostenibles y coherentes, pero sobre todo estratégicas, está directamente relacionado a nuestra supervivencia.

Aquí es dónde la responsabilidad del Estado como receptor de realidades complejas y cambiantes se vuelve absolutamente necesaria.

 Proyectos como la protección de Península Mitre o la prohibición de la salmonicultura son ejemplos concretos de protección marina y terrestre para asegurar, a través de un gran corredor de conservación, todas las interacciones de vida natural de las cuales dependemos.

En el caso de la industria de la salmonicultura a la presión al ambiente se le suma una problemática más. Debido al hacinamiento de salmones producido en las jaulas donde se crían, se les suministra una cantidad indiscriminada de antibióticos. Según la OMS, el abuso y el uso indebido de antibióticos en animales está contribuyendo al aumento de la amenaza que representa la resistencia a los antimicrobianos. Algunos tipos de bacterias causantes de infecciones humanas graves ya son resistentes a la mayoría o a la totalidad de los tratamientos disponibles. Si no se toman medidas, en 2050 casi la totalidad de los antibióticos serán ineficaces para prevenir y tratar enfermedades humanas.

El COVID-19 a puesto al mundo entero en una pausa histórica. Para salir de la crisis que esto supone, se van a tener que tomar medidas económicas y sociales con urgencia. Conociendo cuales son las consecuencias de visiones pensadas a corto plazo, es imprescindible sumar a la ecuación una gestión estratégica del ambiente y volver a evaluar qué rumbo se quiere recorrer.

¿Vamos a seguir transitando el mismo camino o vamos a elegir el de la solidaridad global? Es momento de tomar una decisión.

Fuente: Fundación Rewilding Argentina