La extensión del subrégimen industrial: camino a la nueva «era de oro» de la mano de Alberto Fernandez

EDITORIAL

La extensión por 30 años del subrégimen industrial es quizá el acto político de mayor importancia en la provincia desde su constitución como tal en 1991. Parece exagerado, pero cuando empezamos a mirar los números, queda a las claras que una Tierra del Fuego productiva y soberana necesita de políticas públicas que fortalezcan sus ya instaladas ventajas comparativas.

Con unos 11.000 puestos de trabajos dedicados a las fábricas entre operarios y servicios dentro de las naves, hablar del subrégimen es hablar de un tercio del empleo privado en la isla. Si empezamos a proyectar lo que será Tierra del Fuego para el año 2032, estaremos hablando de al menos 18.800 puestos de trabajo según análisis realizados por el Ministerio de Desarrollo Productivo. En un territorio donde habitan un estimativo de 180.000 personas, 1 de cada 10 fueguinos pone un plato de comida en su mesa gracias a la extensión del subrégimen. Si Cristina volvió a su gloria las fábricas de la provincia, Alberto las llevará a una nueva “era de oro”.

Hay dos temas que fueron de constante debate en los medios, quizás en un intento de instalar que la extensión del subrégimen no había sido algo positivo, apuntando a dos cuestiones: la cantidad de años y la situación de la industria textil. En el primer caso, hay que entender cada medida dentro de su contexto. Si pensamos en cómo era el mundo hace 20 años, veremos que ha cambiado radicalmente, así como los bienes que usamos en el día a día los argentinos. Donde antes las computadoras y celulares eran una rareza, hoy se han vuelto moneda corriente y una de las fortalezas de la industria fueguina. Planificar siempre es sabio, pero proyectar sin plazos de revisión y análisis puede terminar siendo perjudicial. Con esta extensión, las empresas aseguran su inversión, los trabajadores tienen certidumbre sobre su posición laboral y Tierra del Fuego puede crecer y desarrollarse.

En referencia a la segunda “crítica” que se le hace al decreto está el caso de los textiles. Vale aclarar que dicha industria continúa dentro del subrégimen hasta el 31 de diciembre de 2023 y podrá haber extensiones por períodos plurianuales de la misma. La negociación está sobre la mesa y, de acuerdo a la visión del Ministerio de Desarrollo Productivo, queda claro que dicho sector requiere otro tratamiento distinto al electrónico. No obstante, en el peor de los escenarios y muy improbable por cierto, los 630 trabajadores y trabajadoras de este área podrían ser absorbidos por el crecimiento en las líneas de producción de la industria electrónica: cuentan con la capacitación como recurso humano para sumarse a un área que tendrá una gran demanda de fuerza laboral en los próximos años, pensando en que nuevas empresas podrán instalarse, y necesitará de personal que no requiera grandes capacitaciones para trabajar a capacidad plena.

Punto aparte es la herramienta de inversión que se generó con dicho decreto, el Fondo para la Ampliación de la Matriz Productiva Fueguina. Si pensamos en lo que será 2022, este fondo generará inversiones y nuevos emprendimientos por un aproximado de 13.000 millones de pesos. Un 60% de los mismos irá destinado a los sectores de ciencia, tecnología y economía del conocimiento. Esto se traduce en más capacitaciones para las y los obreros, más maquinaria que permita abrir nuevas líneas de producción y así también, nuevos puestos de trabajo en empresas nuevas.

Otros 5.200 millones de pesos irán a infraestructura en la provincia, apuntando al desarrollo productivo, la mejora de la competitividad, las infraestructuras productivas, así como la reducción de costos logísticos y el ordenamiento territorial. ¿Qué significa esto? Rutas, mayor conectividad en lo que refiere a internet y redes móviles, una inversión en los tendidos de servicios y, quizás, una futura expansión del puerto de Ushuaia.

Por eso, cuando digo que la extensión del subrégimen industrial es quizás el evento político más importante en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur desde su establecimiento como tal, no creo estar exagerando. El decreto impulsado por el presidente Alberto Fernández implica no sólo un sostenimiento vital de los puestos de trabajo existentes en la isla, sino la posibilidad de proyectar un incremento del 71% en 10 años. No solo significa potenciar la soberanía sobre nuestro territorio, sino abrir la oportunidad a que nuestros jóvenes vean un futuro en su lugar de origen y volvernos el hogar de cientos de argentinos que ven a Tierra del Fuego como una oportunidad de progreso, trabajo y producción. Alberto con el decreto abrió la puerta a nuevas actividades a tener una fuerte inyección de financiamiento, generando espacios para que emprendedores y PyMEs puedan sumarse a esta ola de desarrollo productivo, pensando una provincia que no sea dependiente de un sector, sino que pueda explorar todas las capacidades que nosotros ya sabemos que tiene. Sea el turismo, la logística antártica, la industria de alimentos o la silvicultura, nuevas oportunidades aparecen en el horizonte de una Argentina y Tierra del Fuego que comienzan a estar de pie. La extensión del subrégimen lo hizo posible y, como dicen muchos y muchas de los que han luchado incansablemente para lograr esta extensión, “no fue magia”.