Tolhuin le perdió la paciencia al gobierno provincial

La bronca acumulada por cortes de luz crónicos y abandono turístico explotó en un violento cara a cara con la ministra Castillo. “Seis años de promesas incumplidas”, gritaron vecinos, mientras el gobierno intentó justificar demoras que nadie aceptó.

La paciencia en Tolhuin llegó a su límite. En una reunión cargada de tensión, vecinos y comerciantes enfrentaron a la ministra Gabriela Castillo con gritos, insultos y acusaciones directas contra el gobierno de Gustavo Melella, al que responsabilizan por años de abandono y problemas sin resolver.

“¡Déjense de hacer política! ¡Sos un hijo de p…!”, fue una de las frases que estalló en el encuentro, reflejando la rabia acumulada por los constantes cortes de luz y la precariedad del servicio eléctrico. Los reclamos apuntaron a la falta de soluciones definitivas, con generadores que dependen de parches improvisados y repuestos que nunca llegan a tiempo. “Hace seis años gobiernan y seguimos igual o peor. ¿Cómo puede ser que en todo este tiempo no puedan tener una simple tapa de repuesto?”, reprochó un comerciante.

Castillo, interpelada una y otra vez, intentó explicar que las piezas para reparar los generadores habían llegado “hace apenas tres días” y que se organizaría un operativo para instalarlas. Pero las justificaciones no calmaban los ánimos. “¡Se cag.. en Tolhuin! ¡Dejan a dos personas a poner la cara mientras ustedes se pasan todo por el cu..!”, le espetó un vecino, sin eufemismos.

Además de la crisis energética, los asistentes criticaron la desatención al turismo, actividad clave para la ciudad, que calificaron de “muerto” por falta de inversión. Pese a los anuncios oficiales de millonarias obras, la realidad sigue siendo cortes diarios, electrodomésticos dañados y una economía local resentida.

El mensaje fue claro: Tolhuin no tolerará más promesas incumplidas. Si el gobierno no actúa pronto, la protesta podría crecer. La paciencia se agotó, y esta vez no hubo espacio para discursos políticos, solo para la bronca de una comunidad cansada de ser ignorada.